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Sumario

Actas



LUCAS PRESENTA SU LIBRO


1 1 En el primer relato escribí, oh Teófilo, acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido.



LA ASCENSIÓN DE JESÚS


3 A éstos también se presentó vivo, después de haber padecido, con muchas pruebas convincentes. Durante cuarenta días se hacía visible a ellos y les hablaba acerca del reino de Dios.

4 Y estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen el cumplimiento de la promesa del Padre, "de la cual me oísteis hablar; 5 porque Juan, a la verdad, bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo después de no muchos días." 6 Por tanto, los que estaban reunidos le preguntaban diciendo: --Señor, ¿restituirás el reino a Israel en este tiempo? 7 El les respondió: --A vosotros no os toca saber ni los tiempos ni las ocasiones que el Padre dispuso por su propia autoridad. 8 Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo snánta de la tierra.

9 Después de decir esto, y mientras ellos le veían, Él fue elevado; y una nube le recibió ocultándole de sus ojos. 10 Y como ellos estaban fijando la vista en el cielo mientras Él se iba, he aquí dos hombres vestidos de blanco se presentaron junto a ellos, 11 y les dijeron: --Hombres galileos, ¿por qué os quedáis de pie mirando al cielo? Este Jesús, quien fue tomado de vosotros arriba al cielo, vendrá de la misma manera como le habéis visto ir al cielo.



LOS DISCÍPULOS ESPERAN AL ESPÍRITU SANTO


12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama de los Olivos, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un sábado. 13 Y cuando entraron, subieron al aposento alto donde se alojaban Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo y Simón el Zelote y Judas hijo de Jacobo. 14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos de Él.



ELECCIÓN DE MATÍAS


15 En aquellos días se levantó Pedro en medio de los hermanos, que reunidos eran como ciento veinte personas, y dijo: 16 "Hermanos, era necesario que se cumpliesen las Escrituras, en las cuales el Espíritu Santo habló de antemano por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús; 17 porque era contado con nosotros y tuvo parte en este ministerio." 18 (Este, pues, adquirió un campo con el pago de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por en medio, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Y esto llegó a ser conocido por todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo fue llamado en su lengua Acéldama, que quiere decir Campo de Sangre.) 20 "Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su morada, y no haya quien habite en ella. Y otro ocupe su cargo. 21 Por tanto, de estos hombres que han estado junto con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue tomado de nosotros y recibido arriba, es preciso que uno sea con nosotros testigo de su resurrección." 23 Propusieron a dos: a José que era llamado Barsabás, el cual tenía por sobrenombre, Justo; y a Matías. 24 Entonces orando dijeron: "Tú, Señor, que conoces el corazón de todos, muestra de estos dos cuál has escogido 25 para tomar el lugar de este ministerio y apostolado del cual Judas se extravió para irse a su propio lugar." 26 Echaron suertes sobre ellos, y la suerte cayó sobre Matías, quien fue contado con los once apóstoles.



LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO


2 1 Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. 2 Y de repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento, y llenó toda la casa donde estaban sentados. 3 Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron sobre cada uno de ellos. 4 Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.

5 En Jerusalén habitaban judíos, hombres piadosos de todas las naciones debajo del cielo. 6 Cuando se produjo este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confundidos, porque cada uno les oía hablar en su propio idioma. 7 Estaban atónitos y asombrados, y decían: --Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8 ¿Cómo, pues, oímos nosotros cada uno en nuestro idioma en que nacimos? 9 Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, 10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia más allá de Cirene; forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos; 11 cretenses y disopi, les oímos hablar en nuestros propios idiomas los grandes hechos de Dios. 12 Todos estaban atónitos y perplejos, y se decían unos a otros: --¿Qué quiere decir esto? 13 Pero otros, burlándose, decían: --Están llenos de vino nuevo.



JESÚS ES PROCLAMADO POR PRIMERA VEZ


14 Entonces Pedro se puso de pie con los once, levantó la voz y les declaró: --Hombres de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, sea conocido esto a vosotros, y prestad atención a mis palabras. 15 Porque éstos no están embriagados, como pensáis, pues es solamente la tercera hora del día. 16 Más bien, esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel: 17 Sucederá en los snántaa días, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños. 18 De cierto, sobre mis siervos y mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. 19 Daré prodigios en el cielo arriba, y señales en la tierra abajo: sangre, fuego y vapor de humo. 20 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y glorioso. 21 Y sucederá que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo. 22 Hombres de Israel, oíd estas palabras: Jesús de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante vosotros con hechos poderosos, maravillas y señales que Dios hizo por medio de Él entre vosotros, como vosotros mismos sabéis. 23 A éste, que fue entregado por el predeterminado consejo y el previo conocimiento de Dios, vosotros matasteis clavándole en una cruz por manos de inicuos. 24 A Él, Dios le resucitó, habiendo desatado los dolores de la muerte; puesto que era imposible que Él quedara detenido bajo su dominio. 25 Porque David dice de Él: Veía al Señor siempre delante de mí, porque está a mi derecha, para que yo no sea sacudido. 26 Por tanto, se alegró mi corazón, y se gozó mi lengua; y aun mi cuerpo descansará en esperanza. 27 Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. 28 Me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de alegría con tu presencia. 29 Hermanos, os puedo decir confiadamente que nuestro padre David murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. 30 Siendo, pues, profeta y sabiendo que Dios le había jurado con juramento que se sentaría sobre su trono uno de su descendencia, 31 y viéndolo de antemano, habló de la resurrección de Cristo: que no fue abandonado en el Hades, ni su cuerpo vio corrupción. 32 ¡A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos! 33 Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34 Porque David no subió a los cielos, pero Él mismo dice: El Señor dijo a mi Señor: "Siéntate a mi diestra, 35 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies." 36 Sepa, pues, con certidumbre toda la casa de Israel, que a este mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

37 Entonces, cuando oyeron esto, se afligieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: --Hermanos, ¿qué haremos? 38 Pedro les dijo: --Arrepentíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llame. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo: --¡Sed salvos de esta perversa generación! 41 Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel día como tres mil personas.



LA PRIMERA COMUNIDAD


42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 Entonces caía temor sobre toda persona, pues se hacían muchos milagros y señales por medio de los apóstoles. 44 Y todos los que creían se reunían y tenían todas las cosas en común. 45 Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, a cada uno según tenía necesidad. 46 Ellos perseveraban unánimes en el templo día tras día, y partiendo el pan casa por casa, participaban de la comida con alegría y con sencillez de corazón, 47 alabando a Dios y teniendo el favor de todo el pueblo. Y el Señor añadía diariamente a su número los que habían de ser salvos.



PEDRO Y JUAN SANAN A UN HOMBRE TULLIDO


3 1 Pedro y Juan subían al templo a la hora de la oración, la hora novena. 2 Y era traído cierto hombre que era cojo desde el vientre de su madre. Cada día le ponían a la puerta del templo que se llama Hermosa, para pedir limosna de los que entraban en el templo. 3 Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba para recibir una limosna. 4 Entonces Pedro, juntamente con Juan, se fijó en Él y le dijo: --Míranos. 5 El les prestaba atención, porque esperaba recibir algo de ellos. 6 Pero Pedro le dijo: --No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! 7 Le tomó de la mano derecha y le levantó. De inmediato fueron afirmados sus pies y tobillos, 8 y de un salto se puso de pie y empezó a caminar. Y entró con ellos en el templo, caminando, saltando y alabando a Dios. 9 Todo el pueblo le vio caminando y alabando a Dios. 10 Reconocían que Él era el mismo que se sentaba para pedir limosna en la puerta Hermosa del templo, y se llenaron de asombro y de admiración por lo que le había acontecido. 11 Como Él se asió de Pedro y de Juan, toda la gente, atónita, concurrió apresuradamente a ellos en el pórtico llamado de Salomón.

12 Pedro, al ver esto, respondió al pueblo: --Hombres de Israel, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿Por qué nos miráis a nosotros como si con nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a este hombre? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Siervo Jesús, al cual vosotros entregasteis y negasteis ante Pilato, a pesar de que Él había resuelto soltarlo. 14 Pero vosotros negasteis al Santo y Justo; pedisteis que se os diese un hombre asesino, 15 y matasteis al Autor de la vida, al cual Dios ha resucitado de los muertos. De esto nosotros somos testigos. 16 Y el nombre de Jesús hizo fuerte, por la fe en su nombre, a este hombre que vosotros veis y conocéis. Y la fe que es despertada por Jesús le ha dado esta completa sanidad en la presencia de todos vosotros. 17 Ahora bien, hermanos, sé que por ignorancia lo hicisteis, como también vuestros gobernantes. 18 Pero Dios cumplió así lo que había anunciado de antemano por boca de todos los profetas, de que su Cristo había de padecer. 19 Por tanto, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; de modo que de la presencia del Señor vengan tiempos de refrigerio 20 y que Él envíe al Cristo, a Jesús, quien os fue previamente designado. 21 A Él, además, el cielo le debía recibir hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de las cuales habló Dios por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos. 22 Porque ciertamente Moisés dijo: El Señor vuestro Dios os levantará, de entre vuestros hermanos, un profeta como yo. A Él escucharéis en todas las cosas que os hable. 23 Y sucederá que cualquier persona que no escuche a aquel profeta será desarraigada del pueblo. 24 Y todos los profetas, de Samuel en adelante, todos los que hablaron, también anunciaron estos días. 25 Vosotros sois los hijos de los profetas y del pacto que Dios concertó con vuestros padres, diciendo a Abraham: En tu descendencia serán benditas todas las familias de la tierra. 26 Y después de levantar a su Siervo, Dios lo envió primero a vosotros, para bendeciros al convertirse cada uno de su maldad.



PEDRO Y JUAN SON ARRESTADOS


4 1 Mientras ellos estaban hablando al pueblo, llegaron los sacerdotes, el capitán de la guardia del templo y los saduceos, 2 resentidos de que enseñasen al pueblo y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3 Les echaron mano y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque ya era tarde. 4 Pero muchos de los que habían oído la palabra creyeron, y el número de los hombres llegó a ser como cinco mil.

5 Al día siguiente, aconteció que se reunieron en Jerusalén los gobernantes de ellos, los ancianos y los escribas; 6 y estaban el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y todos los del linaje del sumo sacerdote. 7 Y poniéndolos en medio, les interrogaron: --¿Con qué poder, o en qué nombre habéis hecho vosotros esto? 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: --Gobernantes del pueblo y ancianos: 9 Si hoy somos investigados acerca del bien hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste ha sido sanado, 10 sea conocido a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel, que ha sido en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Por Jesús este hombre está de pie sano en vuestra presencia. 11 El es la piedra rechazada por vosotros los edificadores, la cual ha llegado a ser cabeza del disiss. 12 Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 13 Y viendo la valentía de Pedro y de Juan, y teniendo en cuenta que eran hombres sin letras e indoctos, se asombraban y reconocían que habían estado con Jesús. 14 Pero, ya que veían de pie con ellos al hombre que había sido sanado, no tenían nada que decir en contra.

15 Entonces les mandaron que saliesen fuera del Sanedrín y deliberaban entre sí, 16 diciendo: --¿Qué hemos de hacer con estos hombres? Porque de cierto, es evidente a todos los que habitan en Jerusalén que una señal notable ha sido hecha por medio de ellos, y no lo podemos negar. 17 Pero para que no se divulgue cada vez más entre el pueblo, amenacémosles para que de aquí en adelante no hablen a ninguna persona en este nombre. 18 Entonces los llamaron y les ordenaron terminantemente que no hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús. 19 Pero respondiendo Pedro y Juan, les dijeron: --Juzgad vosotros si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios. 20 Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21 Y después de amenazarles más, ellos les soltaron, pues por causa del pueblo no hallaban ningún modo de castigarles; porque todos glorificaban a Dios por lo que había acontecido, 22 pues el hombre en quien había sido hecho este milagro de sanidad tenía más de cuarenta años.



LA ORACIÓN DE LA COMUNIDAD


23 Una vez sueltos, fueron a los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24 Cuando ellos lo oyeron, de un solo diste alzaron sus voces a Dios y dijeron: "Soberano, tú eres el que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, 25 y que mediante el Espíritu Santo por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijiste: ¿Por qué se amotinaron las naciones y los pueblos tramaron cosas vanas? 26 Se levantaron los reyes de la tierra y sus gobernantes consultaron unidos contra el Señor y contra su Ungido. 27 Porque verdaderamente, tanto Herodes como Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel se reunieron en esta ciudad contra tu santo Siervo Jesús, al cual ungiste, 28 para llevar a cabo lo que tu mano y tu consejo habían determinado de antemano que había de ser hecho. 29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda valentía. 30 Extiende tu mano para que sean hechas sanidades, señales y prodigios en el nombre de tu santo Siervo Jesús." 31 Cuando acabaron de orar, el lugar en donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valentía.



LOS CREYENTES INTENTAN PONER EN COMÚN TODOS LOS BIENES


32 La multitud de los que habían creído era de un solo corazón y una sola alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que todas las cosas les eran comunes. 33 Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. 34 No había, pues, ningún necesitado entre ellos, porque todos los que eran propietarios de terrenos o casas los vendían, traían el precio de lo vendido 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles. Y era repartido a cada uno según tenía necesidad. 36 Entonces José, quien por los apóstoles era llamado Bernabé (que significa hijo de consolación) y quien era levita, natural de Chipre, 37 como tenía un campo, lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.



EL FRAUDE DE ANANÍAS Y SAFIRA


5 1 Pero cierto hombre llamado Ananías, juntamente con Safira su mujer, vendió una posesión. 2 Con el conocimiento de su mujer, sustrajo del precio; y llevando una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 3 Y Pedro dijo: --Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y sustraer del precio del campo? 4 Reteniéndolo, ¿acaso no seguía siendo tuyo? Y una vez vendido, ¿no estaba bajo tu autoridad? ¿Por qué propusiste en tu corazón hacer esto? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5 Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró. Y gran temor sobrevino a todos los que lo oían. 6 Luego se levantaron los jóvenes y le envolvieron. Y sacándole fuera, lo sepultaron. 7 Después de un intervalo de unas tres horas, sucedió que entró su mujer, sin saber lo que había acontecido. 8 Entonces Pedro le preguntó: --Dime, ¿vendisteis en tanto el campo? Ella dijo: --Sí, en tanto. 9 Y Pedro le dijo: --¿Por qué os pusisteis de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? He aquí los pies de los que han sepultado a tu marido están a la puerta, y te sacarán a ti. 10 De inmediato, ella cayó a los pies de Él y expiró. Cuando los jóvenes entraron, la hallaron muerta; la sacaron y la sepultaron junto a su marido. 11 Y gran temor sobrevino a la iglesia entera y a todos los que oían de estas cosas.

12 Por las manos de los apóstoles se hacían muchos milagros y prodigios entre el pueblo, y estaban todos de un solo diste en el pórtico de Salomón. 13 Pero ninguno de los demás se atrevía a juntarse con ellos, aunque el pueblo les tenía en gran estima. 14 Los que creían en el Señor aumentaban cada vez más, gran número así de hombres como de mujeres; 15 de modo que hasta sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camillas y colchonetas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. 16 También de las ciudades vecinas a Jerusalén, concurría una multitud trayendo enfermos y atormentados por espíritus impuros; y todos eran sanados.



LOS APÓSTOLES SON NUEVAMENTE ARRESTADOS


17 Entonces se levantó el sumo sacerdote y todos los que estaban con Él, esto es, la secta de los saduceos, y se llenaron de celos. 18 Echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19 Pero un disán del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel y al conducirlos fuera dijo: 20 "Id, y de pie en el templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida." 21 Habiendo oído esto, entraron en el templo al amanecer y enseñaban. Mientras tanto, el sumo sacerdote y los que estaban con Él fueron y convocaron al Sanedrín con todos los ancianos de los hijos de Israel. Luego enviaron a la cárcel para que fuesen traídos. 22 Cuando los oficiales llegaron y no los hallaron en la cárcel, regresaron y dieron las noticias 23 diciendo: --Hallamos la cárcel cerrada con toda seguridad, y a los guardias de pie a las puertas. Pero cuando abrimos, no hallamos a nadie dentro. 24 Como oyeron estas palabras, el capitán de la guardia del templo y los principales sacerdotes quedaron perplejos en cuanto a ellos y en qué vendría a parar esto. 25 Pero vino alguien y les dio esta noticia: --He aquí los hombres que echasteis en la cárcel están de pie en el templo, enseñando al pueblo.

26 Entonces fue el capitán de la guardia del templo con los oficiales; y los llevaron, pero sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. 27 Cuando los trajeron, los presentaron al Sanedrín, y el sumo sacerdote les preguntó 28 diciendo: --¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en este nombre? ¡Y he aquí habéis llenado a Jerusalén con vuestra doctrina y queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre! 29 Pero respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: --Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. 31 A éste, lo ha enaltecido Dios con su diestra como Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. 32 Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen. 33 Los que escuchaban se enfurecían y deseaban matarles. 34 Entonces se levantó en el Sanedrín cierto fariseo llamado Gamaliel, maestro de la ley, honrado por todo el pueblo, y mandó que sacasen a los hombres por un momento. 35 Entonces les dijo: --Hombres de Israel, cuidaos vosotros de lo que vais a hacer a estos hombres. 36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que Él era alguien. A éste se unieron como cuatrocientos hombres. Pero Él fue muerto, y todos los que le seguían fueron dispersados y reducidos a la nada. 37 Después de éste, se levantó Judas el galileo en los días del censo, y arrastró gente tras sí. Aquél también pereció, y todos los que le seguían fueron dispersados. 38 En el presente caso, os digo: Apartaos de estos hombres y dejadles ir. Porque si este consejo o esta obra es de los hombres, será destruida. 39 Pero si es de Dios, no podréis destruirles. ¡No sea que os encontréis luchando contra Dios! 40 Fueron persuadidos por Gamaliel. Y llamaron a los apóstoles, y después de azotarles les prohibieron hablar en el nombre de Jesús, y los dejaron libres. 41 Por lo tanto, ellos partieron de la presencia del Sanedrín, regocijándose porque habían sido considerados dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. 42 Y todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y anunciar la buena nueva de que Jesús es el Cristo.



LOS DOCE Y LA ELECCIÓN DE LOS SIETE


6 1 En aquellos días, como crecía el número de los discípulos, se suscitó una murmuración de parte de los helenistas contra los hebreos, de que sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria. 2 Así que, los doce convocaron a la multitud de los discípulos y dijeron: --No conviene que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir a las mesas. 3 Escoged, pues, hermanos, de entre vosotros a siete hombres que sean de buen testimonio, llenos del Espíritu y de sabiduría, a quienes pondremos sobre esta tarea. 4 Y nosotros continuaremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5 Esta propuesta agradó a toda la multitud; y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, un prosélito de Antioquía. 6 Presentaron a éstos delante de los apóstoles; y después de orar, les impusieron las manos. 7 Y la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera en Jerusalén; inclusive un gran número de sacerdotes obedecía a la fe.



HISTORIA DE ESTEBAN


8 Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y milagros en el pueblo. 9 Y se levantaron algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, de los cireneos y los alejandrinos, y de los de Cilicia y de Asia, discutiendo con Esteban. 10 Y no podían resistir la sabiduría y el espíritu con que hablaba. 11 Entonces sobornaron a unos hombres para que dijesen: "Le hemos oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios." 12 Ellos incitaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas. Y se levantaron contra Él, le arrebataron y le llevaron al Sanedrín. 13 Luego presentaron testigos falsos que decían: --Este hombre no deja de hablar palabras contra este santo lugar y contra la ley. 14 Porque le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las costumbres que Moisés nos dejó. 15 Entonces, todos los que estaban sentados en el Sanedrín, cuando fijaron los ojos en Él, vieron su cara como si fuera la cara de un disán.



7 1 Entonces el sumo sacerdote preguntó: --¿Es esto así?

2 Y Él respondió: --Hermanos y padres, oíd. El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitase en Harán, 3 y le dijo: "Sal de tu tierra y de tu parentela y vete a la tierra que te mostraré." 4 Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán. Después que murió su padre, Dios le trasladó de allá a esta tierra en la cual vosotros habitáis ahora. 5 Pero no le dio heredad en ella, ni siquiera para asentar su pie; aunque prometió darla en posesión a Él y a su descendencia después de Él, aun cuando Él no tenía hijo. 6 Así Dios le dijo que su descendencia sería extranjera en tierra ajena y que los reducirían a esclavitud y los maltratarían por cuatrocientos años. 7 "Pero yo juzgaré a la nación a la cual sirvan", dijo Dios, "y después de esto saldrán y me rendirán culto en este lugar." 8 Dios le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac y le circuncidó al octavo día. Lo mismo hizo Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. 9 Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto. Pero Dios estaba con Él; 10 le libró de todas sus tribulaciones y le dio gracia y sabiduría en la presencia del Faraón, rey de Egipto, quien le puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa. 11 Entonces vino hambre y gran tribulación en toda la tierra de Egipto y en Canaán, y nuestros padres no hallaban alimentos. 12 Pero al oír Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez. 13 La segunda vez, José se dio a conocer a sus hermanos. Así el linaje de José fue dado a conocer al Faraón. 14 Y José envió e hizo venir a su padre Jacob y a toda su familia, que eran 75 personas. 15 Así descendió Jacob a Egipto, donde Él y nuestros padres terminaron su vida. 16 Y fueron llevados a Siquem y puestos en el sepulcro que Abraham compró a precio de plata, de los hijos de Hamor en Siquem.

17 Como se acercaba el tiempo de la promesa, la cual Dios había asegurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto 18 hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José. 19 Con astucia este rey se aprovechó de nuestro pueblo y maltrató a nuestros padres, haciéndoles exponer a la muerte a sus bebés para que no sobreviviesen. 20 En aquel tiempo nació Moisés y era agradable a Dios. El fue criado tres meses en la casa de su padre; 21 pero cuando fue expuesto a la muerte, la hija del Faraón le recogió y lo crió como a hijo suyo. 22 Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios y era poderoso en sus palabras y hechos. 23 Cuando cumplió cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. 24 Al ver que uno era maltratado le defendió, y matando al egipcio, vengó al oprimido. 25 Pensaba que sus hermanos entenderían que Dios les daría liberación por su mano, pero ellos no lo entendieron. 26 Al día siguiente, Él se presentó a unos que estaban peleando y trataba de ponerlos en paz diciendo: "¡Hombres, sois hermanos! ¿Por qué os maltratáis el uno al otro?" 27 Entonces, el que maltrataba a su prójimo le rechazó diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernador y juez sobre nosotros? 28 ¿Acaso quieres tú matarme como mataste ayer al egipcio? 29 Al oír esta palabra, Moisés huyó y vivió exiliado en la tierra de Madián, donde engendró dos hijos.

30 Cuarenta años después, un disán le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. 31 Cuando Moisés le vio, se asombró de la visión; pero al acercarse para mirar, le vino la voz del Señor: 32 "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob." Pero Moisés, temblando, no se atrevía a mirar. 33 Le dijo el Señor: "Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás es tierra santa. 34 He mirado atentamente la aflicción de mi pueblo en Egipto. He oído el gemido de ellos y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, y te enviaré a Egipto." 35 A este mismo Moisés, al cual habían rechazado diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernador y juez?, Dios le envió por gobernador y redentor, por mano del disán que le apareció en la zarza. 36 El los sacó, haciendo prodigios y señales en Egipto, en el mar Rojo y en el desierto por cuarenta años. 37 Este es el mismo Moisés que dijo a los hijos de Israel: Dios os levantará un profeta como yo de entre vuestros hermanos. 38 Este es aquel que estuvo en la congregación en el desierto con el disán que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y el que recibió palabras de vida para darnos. 39 Nuestros padres no quisieron serle obedientes; más bien, le rechazaron y en sus corazones se volvieron atrás a Egipto, 40 diciendo a Aarón: Haz para nosotros dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le habrá acontecido. 41 Entonces, en aquellos días hicieron un becerro y ofrecieron sacrificio al nmosn, y se regocijaban en las obras de sus manos.

42 Pero Dios se apartó de ellos y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo, como está escrito en el libro de los Profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, oh casa de Israel? 43 Más bien, llevasteis el tabernáculo de Moloc y la estrella de vuestro dios Renfán, las imágenes que hicisteis para adorarlas. Por tanto, os transportaré más allá de Babilonia. 44 En el desierto, nuestros padres tenían el tabernáculo del testimonio, como lo había ordenado Dios, quien ordenaba a Moisés que lo hiciese según el modelo que había visto. 45 Habiendo recibido el tabernáculo, nuestros padres, junto con Josué, lo introdujeron en la posesión de las naciones que Dios expulsó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David. 46 Este halló gracia delante de Dios y pidió proveer un tabernáculo para el Dios de Jacob. 47 Pero Salomón le edificó casa. 48 No obstante, el Altísimo no habita en casas hechas por mano, como dice el profeta:

49 El cielo es mi trono, y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor. ¿Cuál será el lugar de mi reposo?

50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas?

51 ¡Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo. Como vuestros padres, así también vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que de antemano anunciaron la venida del Justo. Y ahora habéis venido a ser sus traidores y asesinos. 53 ¡Vosotros que habéis recibido la ley por disposición de los disánía, y no la guardasteis!

54 Escuchando estas cosas, se enfurecían en sus corazones y crujían los dientes contra Él. 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo y puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba de pie a la diestra de Dios. 56 Y dijo: --¡He aquí, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios! 57 Entonces gritaron a gran voz, se taparon los oídos y a una se precipitaron sobre Él. 58 Le echaron fuera de la ciudad y le apedrearon. Los testigos dejaron sus vestidos a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Y apedreaban a Esteban, mientras Él invocaba diciendo: --¡Señor Jesús, recibe mi espíritu! 60 Y puesto de rodillas clamó a gran voz: --¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Y habiendo dicho esto, durmió.



8 1 Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén, y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria, con excepción de los apóstoles. 2 Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban, e hicieron gran lamentación por Él. 3 Entonces Saulo asolaba a la iglesia. Entrando de casa en casa, arrastraba tanto a hombres como a mujeres y los entregaba a la cárcel.



FELIPE ANUNCIA LA PALABRA EN SAMARÍA


4 Entonces, los que fueron esparcidos anduvieron anunciando la palabra. 5 Y Felipe descendió a la ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo. 6 Cuando la gente oía y veía las señales que hacía, escuchaba atentamente y de común acuerdo lo que Felipe decía. 7 Porque de muchas personas salían espíritus inmundos, dando grandes gritos, y muchos paralíticos y cojos eran sanados; 8 de modo que había gran regocijo en aquella ciudad.



EL MAGO SIMÓN


9 Hacía tiempo había en la ciudad cierto hombre llamado Simón, que practicaba la magia y engañaba a la gente de Samaria, diciendo ser alguien grande. 10 Todos estaban atentos a Él, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: "¡Este sí que es el Poder de Dios, llamado Grande!" 11 Le prestaban atención, porque con sus artes mágicas les había asombrado por mucho tiempo. 12 Pero cuando creyeron a Felipe mientras anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. 13 Aun Simón mismo creyó, y una vez bautizado Él acompañaba a Felipe; y viendo las señales y grandes maravillas que se hacían, estaba atónito.

14 Los apóstoles que estaban en Jerusalén, al oír que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, 15 los cuales descendieron y oraron por los samaritanos para que recibieran el Espíritu Santo. 16 Porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos el Espíritu Santo; solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17 Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo. 18 Cuando Simón vio que por medio de la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo: --Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo. 20 Entonces Pedro le dijo: --¡Tu dinero perezca contigo, porque has pensado obtener por dinero el don de Dios! 21 Tú no tienes parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. 22 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; 23 porque veo que estás destinado a hiel de amargura y a cadenas de maldad. 24 Entonces respondiendo Simón dijo: --Rogad vosotros por mí ante el Señor, para que ninguna cosa de las que habéis dicho venga sobre mí. 25 Ellos, después de haber testificado y hablado la palabra de Dios, regresaron a Jerusalén y anunciaban el evangelio en muchos pueblos de los samaritanos.



FELIPE BAUTIZA A UN ETÍOPE


26 Un disán del Señor habló a Felipe diciendo: "Levántate y vé hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto." 27 El se levantó y fue. Y he aquí un eunuco etíope, un alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, quien estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a Jerusalén para adorar, 28 regresaba sentado en su carro leyendo el profeta Isaías. 29 El Espíritu dijo a Felipe: "Acércate y júntate a ese carro." 30 Y Felipe corriendo le alcanzó y le oyó que leía el profeta Isaías. Entonces le dijo: --¿Acaso entiendes lo que lees? 31 Y Él le dijo: --¿Pues cómo podré yo, a menos que alguien me guíe? Y rogó a Felipe que subiese y se sentase junto a Él. 32 La porción de las Escrituras que leía era ésta: Como oveja, al matadero fue llevado, y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. 33 En su humillación, se le negó justicia; pero su generación, ¿quién la contará? Porque su vida es quitada de la tierra. 34 Respondió el eunuco a Felipe y dijo: --Te ruego, ¿de quién dice esto el profeta? ¿Lo dice de sí mismo o de algún otro? 35 Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36 Mientras iban por el camino, llegaron a donde había agua, y el eunuco dijo: --He aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: --Si crees con todo tu corazón, es posible. Y respondiendo, dijo: --Creo que Jesús, el Cristo, es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carro. Felipe y el eunuco descendieron ambos al agua, y Él le bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. Y el eunuco no le vio más, pues seguía su camino gozoso. 40 Pero Felipe se encontró en Azoto, y pasando por allí, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.



SAULO ENCUENTRA A CRISTO


9 1 Entonces Saulo, respirando aún amenazas y homicidio contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote 2 y le pidió cartas para las sinagogas en Damasco, con el fin de llevar preso a Jerusalén a cualquiera que hallase del Camino, fuera hombre o mujer. 3 Mientras iba de viaje, llegando cerca de Damasco, aconteció de repente que le rodeó un resplandor de luz desde el cielo. 4 El cayó en tierra y oyó una voz que le decía: --Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5 Y Él dijo: --¿Quién eres, Señor? Y Él respondió: --Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 6 Pero levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que te es preciso hacer. 7 Los hombres que iban con Saulo habían quedado de pie, enmudecidos. A la verdad, oían la voz, pero no veían a nadie. 8 Entonces Saulo fue levantado del suelo, y aun con los ojos abiertos no veía nada. Así que, guiándole de la mano, le condujeron a Damasco. 9 Por tres días estuvo sin ver, y no comió ni bebió.

10 Había cierto discípulo en Damasco llamado Ananías, y el Señor le dijo en visión: --Ananías. El respondió: --Heme aquí, Señor. 11 El Señor le dijo: --Levántate, vé a la calle que se llama La Derecha y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo de Tarso; porque he aquí Él está orando, 12 y en una visión ha visto a un hombre llamado Ananías que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 13 Entonces Ananías respondió: --Señor, he oído a muchos hablar acerca de este hombre, y de cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén. 14 Aun aquí tiene autoridad de parte de los principales sacerdotes para tomar presos a todos los que invocan tu nombre. 15 Y le dijo el Señor: --Vé, porque este hombre me es un instrumento escogido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. 16 Porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 17 Entonces Ananías fue y entró en la casa; le puso las manos encima y dijo: --Saulo, hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recuperes la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18 De inmediato le cayó de los ojos algo como escamas, y volvió a ver. Se levantó y fue bautizado; 19 y habiendo comido, recuperó las fuerzas. Saulo estuvo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.

20 Y en seguida predicaba a Jesús en las sinagogas, diciendo: --Este es el Hijo de Dios. 21 Todos los que le oían estaban atónitos y decían: --¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre? ¿Y no ha venido acá para eso mismo, para llevarles presos ante los principales sacerdotes? 22 Pero Saulo se fortalecía aun más y confundía a los judíos que habitaban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.

23 Pasados muchos días, los judíos consultaron entre sí para matarle; 24 pero sus asechanzas fueron conocidas por Saulo. Y guardaban aun las puertas de la ciudad de día y de noche para matarle. 25 Entonces sus discípulos tomaron a Saulo de noche y le bajaron por el muro en una canasta. 26 Cuando fue a Jerusalén, intentaba juntarse con los discípulos; y todos le tenían miedo, porque no creían que fuera discípulo. 27 Pero Bernabé le recibió y le llevó a los apóstoles. Les contó cómo había visto al Señor en el camino, y que había hablado con Él, y cómo en Damasco había predicado con valentía en el nombre de Jesús. 28 Así entraba y salía con ellos en Jerusalén, 29 predicando con valentía en el nombre del Señor. Hablaba y discutía con los helenistas, pero ellos procuraban matarle. 30 Luego, cuando los hermanos lo supieron, le acompañaron hasta Cesarea y le enviaron a Tarso.

31 Entonces por toda Judea, Galilea y Samaria la iglesia tenía paz. Iba edificándose y vivía en el temor del Señor, y con el consuelo del Espíritu Santo se multiplicaba.



PEDRO VISITA LAS IGLESIAS


32 Aconteció que mientras Pedro recorría por todas partes, fue también a visitar a los santos que habitaban en Lida. 33 Allí encontró a cierto hombre llamado Eneas, que estaba postrado en cama desde hacía ocho años, pues era paralítico. 34 Pedro le dijo: "Eneas, ¡Jesucristo te sana! Levántate y arregla tu cama." De inmediato se levantó, 35 y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.

36 Entonces había en Jope cierta discípula llamada Tabita, que traducido es Dorcas. Ella estaba llena de buenas obras y de actos de misericordia que hacía. 37 Aconteció en aquellos días que ella se enfermó y murió. Después de lavarla, la pusieron en una sala del piso superior. 38 Como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al oír que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres para que le rogaran: "No tardes en venir hasta nosotros." 39 Entonces Pedro se levantó y fue con ellos. Cuando llegó, le llevaron a la sala y le rodearon todas las viudas, llorando y mostrándole las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. 40 Después de sacar fuera a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y vuelto hacia el cuerpo, dijo: "¡Tabita, levántate!" Ella abrió los ojos, y al ver a Pedro se sentó. 41 El le dio la mano y la levantó. Entonces llamó a los santos y a las viudas, y la presentó viva. 42 Esto fue conocido en todo Jope, y muchos creyeron en el Señor. 43 Pedro se quedó muchos días en Jope, en casa de un tal Simón, curtidor.



PEDRO BAUTIZA A CORNELIO


10 1 Había en Cesarea cierto hombre llamado Cornelio, que era centurión de la compañía llamada la Italiana. 2 Era piadoso y temeroso de Dios, junto con toda su casa. Hacía muchas obras de misericordia para el pueblo y oraba a Dios constantemente. 3 Como a la hora novena del día, Él vio claramente en visión a un disán de Dios que entró hacia Él y le dijo: --Cornelio. 4 Con los ojos puestos en el disán y espantado, Él dijo: --¿Qué hay, Señor? Y le dijo: --Tus oraciones y tus obras de misericordia han subido como memorial ante la presencia de Dios. 5 Ahora, pues, envía hombres a Jope y haz venir a cierto Simón, que tiene por sobrenombre Pedro. 6 Este se hospeda con un tal Simón, curtidor, quien tiene su casa junto al mar. 7 En cuanto se fue el disán que hablaba con Él, Cornelio llamó a dos de sus criados y a un soldado piadoso de entre sus asistentes, 8 y después de haberles contado todo esto, los envió a Jope.

9 Al día siguiente, mientras ellos iban viajando por el camino y llegaban cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, como a la sexta hora. 10 Sintió mucha hambre y deseaba comer; pero mientras preparaban la comida, le sobrevino un éxtasis. 11 Vio el cielo abierto y un objeto que descendía como un gran lienzo, bajado por sus cuatro extremos a la tierra. 12 En el lienzo había toda clase de cuadrúpedos y reptiles de la tierra y aves del cielo. 13 Y le vino una voz: --Levántate, Pedro; mata y come. 14 Entonces Pedro dijo: --¡De ninguna manera, Señor! Porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. 15 La voz volvió a Él por segunda vez: --Lo que Dios ha purificado, no lo tengas tú por común. 16 Esto ocurrió tres veces, y de repente el objeto fue elevado al cielo. 17 Mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí acerca de lo que pudiera ser la visión que había visto, he aquí los hombres enviados por Cornelio, habiendo preguntado por la casa de Simón, llegaron a la puerta. 18 Entonces llamaron y preguntaron si un Simón que tenía por sobrenombre Pedro se hospedaba allí.

19 Como Pedro seguía meditando en la visión, el Espíritu le dijo: "He aquí, tres hombres te buscan. 20 Levántate, pues, y baja. No dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado." 21 Entonces Pedro bajó para recibir a los hombres y dijo: --Heme aquí. Yo soy el que buscáis. ¿Cuál es la causa por la que habéis venido? 22 Ellos dijeron: --Cornelio, un centurión, hombre justo y temeroso de Dios, como bien lo testifica toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones en una revelación por medio de un santo disán, para hacerte venir a su casa y oír tus palabras. 23 Entonces les hizo entrar y los alojó. Al día siguiente, se levantó y fue con ellos. También le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.

24 Al día siguiente, entraron en Cesarea. Cornelio los estaba esperando, habiendo invitado a sus parientes y a sus amigos más náimocr. 25 Cuando Pedro iba a entrar, Cornelio salió para recibirle, se postró a sus pies y le adoró. 26 Pero Pedro le levantó diciendo: --¡Levántate! Yo mismo también soy hombre. 27 Mientras hablaba con Él, entró y halló que muchos se habían reunido. 28 Y les dijo: --Vosotros sabéis cuán indebido le es a un hombre judío juntarse o acercarse a un extranjero, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre llame común o inmundo. 29 Por esto, al ser llamado, vine sin poner objeciones. Así que pregunto: ¿Por qué razón mandasteis por mí? 30 Entonces dijo Cornelio: --Hace cuatro días como a esta hora, la hora novena, yo estaba orando en mi casa. Y he aquí, un hombre en vestiduras resplandecientes se puso de pie delante de mí 31 y dijo: "Cornelio, tu oración ha sido atendida, y tus obras de misericordia han sido recordadas ante la presencia de Dios. 32 Envía, por tanto, a Jope y haz venir a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro. El está alojado en casa de Simón el curtidor, junto al mar." 33 Así que, inmediatamente envié a ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado.

34 Entonces Pedro, abriendo su boca, dijo: --De veras, me doy cuenta de que Dios no hace distinción de personas, 35 sino que en toda nación le es acepto el que le teme y obra justicia. 36 Dios ha enviado un mensaje a los hijos de Israel, anunciando las buenas nuevas de la paz por medio de Jesucristo. El es el Señor de todos. 37 Vosotros sabéis el mensaje que ha sido divulgado por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan. 38 Me refiero a Jesús de Nazaret, y a cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder. El anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él.

39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Él hizo, tanto en la región de Judea como en Jerusalén. A Él le mataron colgándole sobre un madero, 40 pero Dios le levantó al tercer día e hizo que apareciera, 41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con Él después que resucitó de entre los muertos. 42 El nos ha mandado a predicar al pueblo y a testificar que Él es el que Dios ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos. 43 Todos los profetas dan testimonio de Él, y de que todo aquel que cree en Él recibirá perdón de pecados por su nombre. 44 Mientras Pedro todavía hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra. 45 Y los creyentes de la circuncisión que habían venido con Pedro quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo fue derramado también sobre los gentiles; 46 pues les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios.

47 Entonces Pedro respondió: --¿Acaso puede alguno negar el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo, igual que nosotros? 48 Y les mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara por algunos días.



PEDRO JUSTIFICA SU CONDUCTA


11 1 Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea oyeron que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. 2 Y cuando Pedro subió a Jerusalén, contendían contra Él los que eran de la circuncisión, 3 diciendo: --¡Entraste en casa de hombres incircuncisos y comiste con ellos! 4 Entonces Pedro comenzó a contarles en orden, diciendo: 5 --Yo estaba orando en la ciudad de Jope, y vi en éxtasis una visión: un objeto que descendía como un gran lienzo, bajado del cielo por sus cuatro extremos, y llegó a donde yo estaba. 6 Cuando fijé la vista en Él, observé y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras y reptiles, y aves del cielo. 7 Luego oí también una voz que me decía: "Levántate, Pedro; mata y come." 8 Pero yo dije: "¡De ninguna manera, Señor! Porque jamás ha entrado en mi boca ninguna cosa común o inmunda." 9 Entonces respondió la voz del cielo por segunda vez: "Lo que Dios ha purificado no lo tengas tú por común." 10 Esto ocurrió tres veces, y todo volvió a ser retirado al cielo. 11 Y he aquí llegaron en seguida tres hombres a la casa donde estábamos, enviados a mí desde Cesarea; 12 y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa del hombre. 13 El nos contó cómo había visto en su casa un disán que se puso de pie y le dijo: "Envía a Jope y haz venir a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro. 14 El te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa." 15 Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo cayó sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.

16 Entonces me acordé del dicho del Señor, cuando decía: "Juan ciertamente bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo." 17 Así que, si Dios les dio el mismo don también a ellos, como a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder resistir a Dios? 18 Al oír estas cosas, se calmaron y glorificaron a Dios diciendo: --¡Así que también a los gentiles Dios ha dado arrepentimiento para vida!



LA FUNDACIÓN DE LA GLESIA DE ANTIOQUÍA


19 Entre tanto, los que habían sido esparcidos a causa de la tribulación que sobrevino en tiempos de Esteban fueron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin comunicar la palabra a nadie, excepto sólo a los judíos. 20 Pero entre ellos había unos hombres de Chipre y de Cirene, quienes entraron en Antioquía y hablaron a los griegos anunciándoles las buenas nuevas de que Jesús es el Señor. 21 La mano del Señor estaba con ellos, y un gran número que creyó se convirtió al Señor. 22 Llegaron noticias de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén, y enviaron a Bernabé para que fuese hasta Antioquía. 23 Cuando Él llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó y exhortó a todos a que con corazón firme permaneciesen en el Señor; 24 porque Bernabé era hombre bueno y estaba lleno del Espíritu Santo y de fe. Y mucha gente fue agregada al Señor. 25 Después partió Bernabé a Tarso para buscar a Saulo, y cuando le encontró, le llevó a Antioquía. 26 Y sucedió que se reunieron todo un año con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Y los discípulos fueron llamados cristianos por primera vez en Antioquía.


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Del principio de la Iglesia hasta la entrada en masa paganos a la Iglesia