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Sumario


Vino una mujer de Samaria para sacar agua, y Jesús le dijo: --Dame de beber. Pues los discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.


Entonces la mujer samaritana le dijo: --¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, siendo yo una mujer samaritana? --porque los judíos no se tratan con los samaritanos--. Respondió Jesús y le dijo: --Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le hubieras pedido a Él, y Él te habría dado agua viva.


La mujer le dijo: --Señor, no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob quien nos dio este pozo y quien bebió de Él, y también sus hijos y su ganado?  Respondió Jesús y le dijo: --Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed. Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed, sino que el agua que yo le daré será en Él una fuente de agua que salte para vida eterna [...]  


Jesús le dijo: [...] Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca a tales que le adoren. Dios es espíritu; y es necesario que los que le adoran, le adoren en espíritu y en verdad. Le dijo la mujer: --Sé que viene el Mesías--que es llamado el Cristo--. Cuando Él venga, nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: --Yo soy, el que habla contigo.

  

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El agua viva