Los cristianos se muestran activos en la sociedad presente, pero miran también su hacia la vida futura, ya que creen en la vida después de la muerte.
Dios no creó la muerte, ya que es Dios del vivos (Mt 22,32). La muerte entró en el mundo por Satan ás que empujó a Adán y a Eva a la desobediencia. Pero la obediencia de Jesús a su Padre restableció al hombre en la amistad divina.
En la Pascua israelí, los Hebreos pasaron de la esclavitud a la libertad; la fiesta de Pascuas celebra y actualiza el paso de Jesús de la muerte a la Vida, por su resurrección.
Todos los hombres deben seguir el mismo camino que él para pasar de la muerte a la Vida eterna.Juan escrito: "Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. l que tieneal Hijo tiene la Vida" (1 Juan 5,11-12).
Informa también de estas palabras de Jesús: "Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en Él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final" (Juan 6,40).
Al morir cada hombre recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular por Cristo, juez de vivos y de muertos (2 Corintios 5,10; Lucas 23,42; 1 Corintios 3,15; Mateo 18,8; 25,30,41).
Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su salvación eterna, sufren una purificación después de su muerte, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo de Dios.
En virtud de la "comunión de los santos", la Iglesia encomienda los difuntos a la misericordia de Dios y ofrece sufragios en su favor, en particular el santo sacrificio eucarístico.
La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien solamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las cuales ha sido creado y a las cuales aspira.
En el Primer Testamento, el profeta Daniel ya decía:
"Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna y otros para vergüenza y eterno horror" (Daniel 12,2). sta es la razón por la que Jesús dicho : "Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas [...] Vosotros también estad preparados, porque a la hora que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre" (Lc 12, 35-40).
