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Las- Bodas-de-Cana
El Reino de los cielos y los caminos de perdición
milagros-de-Jesucristo
Sumario

Jesús habla a menudo del Reino de los Cielos. ¿Quién es el Rey? ¿Cuál es este Reino?


Entonces Pilato llamó a Jesús y le dijo: --¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le respondió: --Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Ahora, pues, mi reino no es de aquí. Entonces Pilato le dijo: --¿Así que tú eres rey? Jesús respondió: --Tú dices que soy rey (Juan 18, 28-37).

Jesús acompaña su palabra con signos y milagros para atestiguar que el Reino está presente en Él, el Mesías. Si bien cura a algunas personas, Él no ha venido para abolir todos los males de esta tierra, sino ante todo para liberarnos de la esclavitud del pecado. La expulsión de los demonios anuncia que su Cruz se alzará victoriosa sobre «el príncipe de este mundo» (Jn 12, 31).

Jesús elige a los Doce, futuros testigos de su Resurrección, y los hace partícipes de su misión y de su autoridad para enseñar, absolver los pecados, edificar y gobernar la Iglesia. En este colegio, Pedro recibe «las llaves del Reino» (Mt 16, 19) y ocupa el primer puesto, con la misión de custodiar la fe en su integridad y de confirmar en ella a sus hermanos.

En el tiempo establecido, Jesús decide subir a Jerusalén para sufrir su Pasión, morir y resucitar. Como Rey-Mesías que manifiesta la venida del Reino, entra en la ciudad montado sobre un asno; y es acogido por los pequeños, cuya aclamación es recogida por el Sanctus de la Misa: «¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna! (¡sálvanos!)» (Mt 21, 9). Con la celebración de esta entrada en Jerusalén la liturgia de la Iglesia da inicio cada año a la Semana Santa (Compendio)


La parábola de los invitados a la comida de matrimonio (22, 1-14)


Jesús respondió y les volvió a hablar en parábolas diciendo: --El reino de los cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas para su hijo. Envió a sus siervos para llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no querían venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: "Decid a los invitados: 'He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido matados, y todo está preparado. Venid a las bodas.'" Pero ellos no le hicieron caso y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;  y los otros tomaron a sus siervos, los afrentaron y los mataron. El rey se enojó, y enviando sus tropas mató a aquellos asesinos y prendió fuego a su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: "El banquete, a la verdad, está preparado, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a las encrucijadas de los caminos y llamad al banquete de bodas a cuantos halléis."



Aquellos siervos salieron por los caminos y reunieron a todos los que hallaron, tanto buenos como malos; y el banquete de bodas estuvo lleno de convidados. Pero cuando entró el rey para ver a los convidados y vio allí a un hombre que no llevaba ropa de bodas, le dijo: "Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin llevar ropa de bodas?" Pero Él quedó mudo. Entonces el rey dijo a los que servían: "Atadle los pies y las manos y echadle en las tinieblas de afuera." Allí habrá llanto y crujir de dientes; porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.




  

El primer milagro

de Jesús

Reino de los Cielos

y infierno

Otros milagros

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El Reino de los Cielos