La Palabra de Dios
se hizo humbre
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La Biblia (el Libro) incluye dos partes: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. La "encuadernación" del Libro está constituida por los libros de los profetas que anuncian la llegada del Mesías. Dios inspira todos los libros de la Biblia (las Santas Escrituras).
El Antiguo Testamento incluye 45 libros escritos antes del nacimiento de Jesús.
El Nuevo Testamento incluye 27 libros escritos después de la muerte y la resurrección de Jesús. Los textos de la Biblia tienen a menudo varios sentidos: un sentido literal o histórico (de los hechos), un sentido moral (la manera de actuar) y un sentido místico, concerniendo al Cristo, la Iglesia y la fe.
El Antiguo Testamento incluye la Ley (Torah), los profetas y los escritos de sabiduría, particularmente los salmos. Anuncia por palabras, hechos o ejemplos la llegada y la vida de Jesucristo. El Nuevo Testamento (escrito entre 40 y 100) incluye los Evangelios, los Actas de los Apóstoles, cartas de apóstoles (Pablo, Juan, Pedro, Santiago, Judas), una carta a los Hebreos y el Apocalipsis.
Los 4 Evangelios contienen las palabras de Jesús y sus hechos sobre su vida, su muerte y su ressurección:
- Mateo es un testigo ocular. Escribe en hebreo, cuando Pedro y Pablo evangelizan Roma.
- Marcos pone por escrito, en un estilo sucinto, la enseñanza de Pedro, el jefe de los apóstoles.
- Lucas es el compañero de Pablo. Escribe en griego, después de encuesta cerca de los testigos y de María.
- Juan escrito a Efeso, en la actual Turquía. Es "el discípulo a quien Jesús amaba".
La Biblia no es una compilación de relatos antiguos, es la Palabra de Dios. Los creyentes deben anunciar por todas partes y siempre, este libro de Vida : "Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos. Penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. No existe cosa creada que no sea manifiesta en su presencia. Más bien, todas están desnudas y expuestas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Hb 4, 12-13).
Los cristianos son confiados, porque Jesús dijo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán". En el año 50, Pablo ya exclama: "ya dice: "Pues ¡ay de mí si no anuncio el evangelio!" (1 Corintios 9,16).