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Rosario



Señal de la Cruz :


En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.  Amén.


Credo o creo en Dios :


Credo de los Apóstoles Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurección de la carne y la vida eterna. Amén


Padre nuestro -Pater Noster :


Padre nuestro que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre,venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra.El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Amen


3 Dios te salve María (Ave Maria) :


Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo;bendita tú eres entre todas las mujeres,y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.


Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo  como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.


Misterios gozosos : se recitan el Lunes y el Sabádo


1. La Encarnación del Hijo de Dios - La humildad


«En el sexto mes, el disán Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David. El nombre de la virgen era María. Cuando entró a donde ella estaba, dijo: --¡Te saludo, muy favorecida! El Señor está contigo. Pero ella se turbó por sus palabras y se preguntaba qué clase de salutación sería ésta. Entonces el disán le dijo: --¡No temas, María! Porque has hallado gracia ante Dios. He aquí concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús [...]  » (Lucas 1, 26-38).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


2. La Visitación de la Sma. Virgen María a su prima Sta. Isabel - El amor al prójimo


"En esos días se levantó María y fue de prisa a una ciudad en la región montañosa de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. Aconteció que, cuando Elisabet oyó la salutación de María, la criatura saltó en su vientre. Y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz y dijo: --¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿De dónde se me concede esto, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí, cuando llegó a mis oídos la voz de tu salutación, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le ha sido dicho de parte del Señor [...] » (Lucas 1, 39-56).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


3. El Nacimiento del de niño de Dios - El espíritu de pobreza


« [...] Había pastores en aquella región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y un disán del Señor se presentó ante ellos, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y temieron con gran temor. Pero el disán les dijo: --No temáis, porque he aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. De repente apareció con el disán una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: --¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad! [...]» (Lucas 2, 1-21).

Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


4. Presentación del Niño en el Templo - La obediencia y la pureza.


« Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos conforme a la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarle al Señor (así como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abre la matriz será llamado santo al Señor) y para dar la ofrenda conforme a lo dicho en la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones de paloma. He aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo y piadoso; esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre Él. A Él le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, entró en el templo; y cuando los padres trajeron al niño Jesús para hacer con Él conforme a la costumbre de la ley, Simeón le tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: porque mis ojos han visto tu salvación que has preparado en presencia de todos los pueblos: luz para revelación de las naciones y gloria de tu pueblo Israel [...]». (Lucas 2, 22-40).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


5. El niño perdido y hallado en el templo. La voluntad de encontrar el Cristo.


« Iban sus padres todos los años a Jerusalén, para la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron ellos a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. Una vez acabados los días de la fiesta, mientras ellos volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén; y sus padres no lo supieron. Suponiendo que Él estaba en la caravana, fueron un día de camino y le buscaban entre los parientes y los conocidos. Como no le encontraron, volvieron a Jerusalén buscándole. Aconteció que después de tres días, le encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían se asombraban de su entendimiento y de sus respuestas. Cuando le vieron, se maravillaron, y su madre le dijo: --Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? He aquí, tu padre y yo te buscábamos con angustia. Entonces Él les dijo: --¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los asuntos de mi Padre me es necesario estar? [...] » (Lucas 2, 41-51).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.



Misterios de la luz : se recitan el Jueves


1. El Bautismo del Señor - Ser renovado en la gracia del bautismo.


«Aconteció que, en el tiempo en que todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado. Y mientras oraba, el cielo fue abierto, y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como paloma. Luego vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia" (Lucas 3, 21-22).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


2. La Boda de Caná -  La unidad en las familias.


«Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda. Y como faltó el vino, la madre de Jesús le dijo: --No tienen vino. Jesús le dijo: --¿Qué tiene que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los que servían: --Haced todo lo que Él os diga. Había allí seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la purificación. En cada una de ellas cabían dos o tres medidas. Jesús les dijo: --Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde. Luego les dijo: --Sacad ahora y llevadlo al encargado del banquete. Se lo llevaron; y cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino, y no sabía de dónde venía (aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio y le dijo: --Todo hombre sirve primero el buen vino; y cuando ya han tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en Él [...]" (Juan 2, 1-12).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


3. Anuncio del Reino e invitación a convertirse - Vivir en discípulo de Jesú.


«Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio de Dios, y diciendo: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!"» (Marcos1, 14-15).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


4. La Transfiguración del Señor La gracia de escuchar la palabra de Dios.


«Aconteció, como ocho días después de estas palabras, que tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y sus vestiduras se hicieron blancas y resplandecientes. Y he aquí, dos hombres hablaban con Él. Eran Moisés y Elías, quienes aparecieron en gloria y hablaban de su partida, que Él iba a cumplir en Jerusalén. Pedro y los otros con Él estaban cargados de sueño; pero se mantuvieron vigilando y vieron su gloria y a dos hombres que estaban con Él. Aconteció que, mientras aquéllos se apartaban de Él, Pedro dijo a Jesús, sin saber lo que decía: --Maestro, nos es bueno estar aquí. Levantemos, pues, tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Mientras Él estaba diciendo esto, vino una nube y les hizo sombra. Y ellos tuvieron temor cuando entraron en la nube. Entonces de la nube salió una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Escogido. A Él oíd." Cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo. Y ellos callaron, y en aquellos días no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.» (Lucas 9, 28-36).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.

 

5. Institución de la Eucaristía - La fe en la presencia efectiva de Jesús en la Eucaristía.


«Su señor respondió y le dijo: "¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Por lo tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo que es mío con los intereses. Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez talentos» (Mateo 26, 26-28).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.



Los misterios Dolorosos : se recitan el Martes y Viernes


1. La oración del huerto de Getsemaní - La contrición de nuestras culpas.


«Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a los discípulos: --Sentaos aquí, hasta que yo vaya allá y ore. Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: --Mi alma está muy triste, hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo. Pasando un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: --Padre mío, de ser posible, pase de mí esta copa. Pero, no sea como yo quiero, sino como tú. Volvió a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: --¿Así que no habéis podido velar ni una sola hora conmigo? Velad y orad, para que no entréis en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto; pero la carne es débil. Por segunda vez se apartó y oró diciendo: --Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Cuando volvió otra vez, los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Dejándolos, se apartó de nuevo y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Entonces volvió a sus discípulos y les dijo: --¿Todavía estáis durmiendo y descansando? He aquí la hora está cerca, y el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de pecadores.  ¡Levantaos, vamos! He aquí está cerca el que me entrega [...]» (Mateo 26, 36-56).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


2. La Flagelación de nuestro Señon Jesucristo - El perdón de las culpas de sensualidad.


« Entonces les soltó a Barrabás; y después de haber azotado a Jesús, le entregó para que fuese crucificado». (Mateo 27, 26).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


3. La Coronación de espinas. El perdón de las culpas de orgullo.


«Entonces los soldados del procurador llevaron a Jesús al Pretorio y reunieron a toda la compañía alrededor de Él. Después de desnudarle, le echaron encima un manto de escarlata. Habiendo entretejido una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha pusieron una caña. Se arrodillaron delante de Él y se burlaron de Él, diciendo: --¡Viva, rey de los judíos! Y escupiendo en Él, tomaron la caña y le golpeaban la cabeza. Y cuando se habían burlado de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus propios vestidos y le llevaron para crucificarle». (Mateo 27, 27-31).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


4. Jesús con la Cruz a cuestas - La paciencia en las pruebas.


«y Él salió llevando su cruz hacia el lugar que se llama de la Calavera, y en hebreo Gólgota» (Juan 19, 17).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


5. La Crucifixión y muerte de nuestro Divino Salvador -  Un amor más grande de Dios y del prójimo.


" [...] Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofas y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre y al discípulo a quien amaba, de pie junto a ella, dijo a su madre: --Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: --He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo se había consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: --Tengo sed. Había allí una vasija llena de vinagre. Entonces pusieron en un hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando Jesús recibió el vinagre, dijo: --¡Consumado es! Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu [...]  (Juan 19, 17-37).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.



Los Misterios Gloriosos : se recitan el Miércoles y el Domingo


1. La Resurrección del Señor - La fe.


«Y el primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando las especias aromáticas que habían preparado. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; pero al entrar, no hallaron el cuerpo de Jesús. Aconteció que estando perplejas por esto, he aquí se pusieron de pie junto a ellas dos hombres con vestiduras resplandecientes. Como ellas les tuvieron temor y bajaron la cara a tierra, ellos les dijeron: --¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí; más bien, ha resucitado. Acordaos de lo que os habló cuando estaba aún en Galilea! » (Lucas 24, 1-6).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.



2. La Ascensión de Nuestro Señor a los cielos - La esperanza y el deseo del Cielo.


« Aconteció que al bendecirlos, se fue de ellos, y era llevado arriba al cielo. Después de haberle adorado, ellos regresaron a Jerusalén con gran gozo; y se hallaban continuamente en el templo, bendiciendo a Dios» (Lucas 24, 51-53).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


3. La Venida del Espíritu Santo - La voluntad de testimoniar su fe.


«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Y de repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.

En Jerusalén habitaban judíos, hombres piadosos de todas las naciones debajo del cielo. Cuando se produjo este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confundidos, porque cada uno les oía hablar en su propio idioma […] les oímos hablar en nuestros propios idiomas los grandes hechos de Dios. Todos estaban atónitos y perplejos, y se decían unos a otros: --¿Qué quiere decir esto? Pero otros, burlándose, decían: --Están llenos de vino nuevo » (Hechos 2, 1-13).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


4.. La Asunción de Nuestra Señora - La gracia de una buena muerte.


«Pero le fueron dadas a la mujer dos alas de gran dmecre, para volar de la presencia de la serpiente, al desierto, a su lugar donde recibe alimento por un tiempo, y tiempos y la mitad de un tiempo. Tras la mujer, la serpiente echó de su boca agua como un río, para que ella fuese arrastrada por el torrente. 16 Pero la tierra ayudó a la mujer. Y la tierra abrió su boca y tragó por completo el río que el dragón había echado de su boca (Apocalipsis 12, 14-16).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


5. La Coronación de Nuestra Señora, como Reina de cielo y tierra - La perseverancia.


«Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol y con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, gritaba con dolores de parto y sufría angustia por dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas tenía siete diademas » (Apocalipsis 12, 1-3).


« Ofrezcan todos los fieles suplicas insistentes a la Madre de Dios y Madre de los hombres, para que ella, que asistio con sus oraciones a la naciente Iglesia, ahora también, ensalzada en el cielo sobre todos los bienaventurados y los angeles en la comunion de todos los santos, interceda ante su Hijo » (Vaticano II, Lumen Gentium, 69).


Un Nuestro Padre, diez Ave y un Gloria.


















  

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