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La-Santa-Biblia

"Yo obedecidos a los preceptos del Cristo que dice: Explore las Escrituras (Juan 5,39), y también: Buscad y hallaréis (Mateo 7,7). No quiero que me diga como a los Judíos: Están en el error, porque no hacen caso de las Escrituras y la potencia de Dios (Mateo 22,29). Si, según el apóstol Pablo, el Cristo es potencia de Dios y sabiduría de Dios, y si el que no hace caso de las Escrituras no hace caso de la potencia de Dios y su sabiduría: desconocer la Escritura es desconocer a Cristo" (Prólogo al comentario del profeta Isaías).

La palabra de Dios es fuente de alegría


¿"Ella te pido, hermano muy costoso, comida en medio de estos textos (la Biblia), meditarlos, conocer nada, buscar nada de otro, no cree -tu que ya es, a partir aquíparte baja, vivir el cielo? No se choque, te ruego, en las Escrituras Santas, por la simplicidad y casi la vulgaridad de la lengua; o por la falta de los traductores, o incluso intencionalmente, se presentan de modo que puedan bastante fácilmente informar a una audiencia popular, pero de modo que, en una sola y misma frase, el científico y el ignorante descubren sentido diferente.

No soy ligero y estúpido, en el punto de halagarme de conocer todo eso y pretender recoger sobre tierra de frutas de estos árboles cuyas raíces se establecen al cielo; pero reconozco desearlo, tengo la pretensión de hay.
Me niego a ser tu amo, pero me comprometo a ser tu camarada. A quién pide él da; a quién afecta, se abre; quién busca encuentra. Estudiemos sobre tierra esto cuya ciencia perseverará para nuestra felicidad del cielo " (las Cartas, II, 53, 10).

El autor


San Jerónimo ha vivido al cuarto siglo. Padre y Doctor de la Iglesia, eruditos de la Biblia, su obra más importante es la traducción de la Biblia en latín (el Vulgate). Se retira en el desierto, donde lleva una vida de ascèse y prosiguió el estudio de las Santas Escrituras. Pasa tres años en Constantinopla (hoy Estambul en Turquía) con Grégoire de Nazianze. En 382, vuelve a entrar a Roma y se convierte en secretario del papa Damase. Se establece en 386 en Belén. Su fiesta se fija al 30 de septiembre.

  

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Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo